Jadeas, tu vista se vuelve un mar de nebulosa. Sonríes con un rastro de emoción que roza la felicidad histérica y la locura.
Por fin.
Jamás te creíste capaz de ello, ¿verdad? Tú, el tímido niño que callaba. Tú, el niñato de malas costumbres, el que se acobardaba ante la mención de una paliza.
Tú…
Finalmente te has atrevido a hacerlo.
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